Arrastro los pies por la acera
buscando que la fricción impida mi avance.
Mis necesidades más básicas me obligan,
mas mi plomizo cuerpo pretende zafar de todo movimiento.
Mi mente permanece en la penumbra.
La lentitud del perezoso en mis pensamientos.
La parsimonia de quien se dirige a la horca. Laberintos de estiércol guian mi camino.
Es inútil buscar la luz.
Se pudrió el sol y con él el fuego.
A solas sólo escucho el eco de mi voz
golpeando mi sien
Causándome desasosiego y angustia; p
Pensamiento circular, yermo y estéril.
Sonreír, la más ardua de las tareas
Llorar la más inútil de ellas