Las noches eran días,
la luna nos deslumbraba;
administrativas, abogadas y psiquiatras dormían;
en su lugar tratábamos con mujeres que se levantaban por la tarde y desayunaban Coca-Cola;
mujeres que en bares oscuros pedían que las invitases a extraños combinados sin el alcohol que supuestamente contenían. Mujeres doradas, pálidas y oscuras; Ojos redondos, oblicuos, azules, negros y marrones.
Almas de amazonas manos de ebanista,
destrozando nuestras miserías contra cuerpos sagrados, alquilando lunares envenenados. Movimientos espasmódicos, estereotipias de autistas sin patria, bandera o ánima más allá de un cuerpo y en el mejor de los casos la mente de una mujer.